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domingo, 10 de febrero de 2013

Always we will be young


Nosotros escribimos letras prohibidas, cantamos sobre sonatas melancólicas y corrimos bajo la lluvia en los meses de pleno invierno para escondernos del mundo.

El THC nos cerraba lentamente los ojos una noche más; ya eran 4878 noches sin sentido. Noches en las que quedábamos ciegos en nuestro propio recoveco de esperanza. No obstante, incluso viéndolo todo negro, yo sentía que mi corazón se encontraba más desgastado que todos mis grandes fallos.
Mas mientras me hundía de manera taciturna, tú, me susurrabas que todo iría bien,  que aun inhalando el espeso humo de mi cigarro liado, seguirías siendo mi última calada de aliento.

Mis pulmones  continuaban ahogándose en nicotina aunque ahora solo quede una collilla y cuantiosas cenizas esparcidas en la  arena.