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jueves, 27 de diciembre de 2012

Mi urbe.


Tus deslucidas calles ya no son las mismas calles, tus barrios ahora son barrios inmorales y tus  callejones solo aflígidas paredes...
Tus noches ya no tienen bohemios pensadores y tus verdes prados ahora  son vacíos territorios.
Solo escucho el ruido de tus coches, y los trinos alaridos del gentío.
Tu multitud camina de forma apresurada con un amargo rictus en el rostro; Todos están tristes...
La lluvia se adueñaba de tu muerta  vegetación y esta se aturdía tras un manto de gotas frías.

Mis ojos ansiaban ver el mundo de otra manera... Pero el mundo se saciaba de completa alevosía.

Todo ha cambiado...y yo aun sigo buscando tus rincones de sosiego.
Tus imberbes groseros criticaron el mayor  de todos los esfuerzos y yo me intenté esconder en  uno  de tus ajados antros. Allí me exasperaba al quedarme ciega cada noche viendo el vaso vaciarse. Yo solo intentaba comprender el “¿Por qué?” de que todos me exigiesen de manera atroz algo que yo no podía dar.

Aun así contigo pasé mis máximas horas de miseria, eras mi bonita melodía y a momentos me apropiaba de ti, sentía que esta ciudad por segundos me pertenecía solo a mí.
Pero esta metrópoli ya no es lo mismo de antes, este bulevar es ahora más pequeño, y es que tú, ya no aportas nada a mi vida porque en tus bares ya no quedan poetas y en tus calles ya no hay poesía.



martes, 25 de diciembre de 2012

La muerte


Su penumbra infundía pavor y el fragor de sus moviementos era el mayor de los silencios. Era un cuerpo sin piel que poseía un armazón endeble que a la vez inculcaba obediencia.
Hacía su trabajo con fervor, y sus sometidos agraviaban su tarea. Eran almas inercias que intentaban dar explicación a aquella perfidia.
Se oían llantos. Solo en aquel momento, se arrepentía toda la gente cuerda de sus malas intenciones.

Élla poseía de manera rígida una guadaña que imponía a más de mil almas agonizar durante tal trayecto.
Todos se evaporaron en un momento efímero dejando un mutismo inhóspito; Éllos ya desaparecieron de la lista de los vivos..
Pero no fue la muerte, fue el humano el que condenó a todos eses cuerpos.
No sé quién lo dijo pero “Más vale morir que perder la vida”
 

lunes, 24 de diciembre de 2012

Y correré...


No sé cuánto más podrán aguantar mis quebradizos pies, o cuánto sudor podré seguir derramando...
Ya perdí la cuenta de las pisadas desnudas que dejé por toda la calzada o cada recuerdo que fui olvidando en cada esquina.
Cada vez que las nubes lloraban, mis botas se volvían a ensuciar de barro y mi fe, solo se convertía en un gran cansancio.
Donde acababa un camino, comenzaba otro más monótono, y pese a que fueran sueños de asfalto, sabía que esta carrera no tendría una meta.
Estaba sola. Cada paso indeciso que daba se sincronizaba con una gota de agua que impactaba contra el súelo.
No sé que hago aquí, acelerando mis piernas sin tregua, corriendo mientras la ropa se me pega al cuerpo y mi tez se moja por la tormenta.
Pero aun queda mucho trayecto, porque no sé a donde voy, solo sé, que algún día, llegaré.