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sábado, 27 de agosto de 2016

Lady Madrid.

Me até a ella con su cuerda vocal más resistente
para que si algo tenía que separarnos
fuese su voz y nada más.

La verdad es que me hubiese gustado
que hubiera sido atea
y que creyese  en mí,
mas yo que me lo creía absolutamente todo
ni siquiera pude creer en ella.

Me hubiese gustado
que no me hubiera querido  a Malasaña,
ni yo haberla querido  por Capricho,
mas que mala suerte que al final del camino
ni siquiera Madrid pudo ser nuestro sitio.

miércoles, 6 de julio de 2016

Amor.

Sé que solamente yo podía llegar a nuestra primera cita diciendo “El nombre ese raro que tienes viene de Lucía, ¿no?” y seguir manteniendo formalmente la compostura toda la perecedera tarde. Sabes que solamente yo puedo seguir odiando los rizos tanto como tú mi pelo azul, pero oye, los tuyos me enredan y este azul compagina perfectamente con tu sutil manera de otear al cielo colosal.
No hacen falta mil poetas que te escriban versos de carretera  para saber que hay chicas libélula que vuelan menos alto que tú, que hay colacaos calientes que se enfrían por el camino de calentar la cama que ya quemaba.
Aún recuerdo el beso que nos dimos aquel día bajo la lluvia, minutos después de  escapar de ella en la estación de autobuses mientras nos reíamos de no tener que separarnos nunca. Recuerdo  las veces que veía las estrellas, literalmente, desde el balcón de tu casa y las veces que apunté al cielo y te decía “esa es la Osa Mayor” y te callabas, callabas y asentías, y asentías  como si supieses hacia dónde señalaba cuando lo único que hacías era mirarme sin mirar había donde yo miraba.
Supongo que simplemente hay casualidades que casualmente huelen a Poseidón,  casualidades que casualmente a día de hoy llamamos amor… Mi amor.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Te quiero de aquí a Marte

Un día, me pidió que le escribiese algo bonito en vez de  dejarme intimidar por la maldita tinta china. Un día, me aseguró que me quería de aquí a Marte,  y ahí fue cuando empezó todo.
Eché para lavar demasiadas colillas. Busqué algunas prendas de cigarros y las guardé en la maleta de L&M después de perfumarme con nicotina.
Llegué tarde –como siempre-  al andén nueve y  tres cuartos  e hice transbordo en el carril humano de su espalda. Me salté los semáforos  en  carmín y crucé sin mirar el paso de vértebras que había  antes  del cruce de sus piernas.
Aparqué en doble primavera para no morir de frío, y al irme,  frené en medio de la carretera para que me hiciesen el control de bohemia  tras haberme bebido un par de poemas.
Ebria pregunté  en el instante de soplar:
 -¿Cuántos besos faltan para llegar a Marte?
Y mientras me ponían las esposas me dijeron…  
-¿Marte? Marte está a la vuelta del estigma, al  lado del área del  Ser  Vicio.

Y entonces  en ese momento todo tuvo sentido… y le intenté escribir algo bonito….

jueves, 31 de diciembre de 2015

Miserables.

Me dilato. Me desato. Me distancio, mientras suena Artic Monkeys en un cuarto con eco, por culpa del vacío de sentimientos. 
Yo ya sé que no soy lo que era, que ahora ni siquiera abro la ventana cuando llueve para empatizar con los que todavía lloran. 
No obstante siempre podréis anotar una dura antología en mi libro de reclamaciones aunque ya no escriba si no es por transcripción fonética. Porque soy consciente de que nos inunda música mala, libros peores y amores imposibles. Pero claro, la gente recuerda a John Lennon, a Hermann Hesse y te recuerda a ti, y parece todo más bonito. Como si no existiesen desastres imparables, que barren las ganas de saber y pisan sobre la ignorancia dándole forma humana.

Que no me arrepiento, no me aviento, ya no me entiendo  si tacho mis frases y subrayo mis engaños. Si reciclo mis poemas  y me contamino de ellos. Porque estoy enfermo.

Sufro de anorexia letrada. De dolor narrativo, de numen inexistente. Y  no hay cura para esta contractura que sólo existe en la tesitura de un artista. Así que, por favor si algún día me da por inmolarme, dejad mi epitafio en blanco para que el viento deje sus marcas favoritas, y el invierno pueda escribir, todo lo que yo no he callado, pero vosotros no habéis querido escuchar. Miserables.  

sábado, 28 de noviembre de 2015

Suicidémonos

Que echamos a correr por las infames aceras y yo sólo sabía mirarte el culo a la misma velocidad en que tus piernas se movían. Pues hace ya  tiempo que no me importa que me descubran tus ojos saboreando la lujuria sobre tus pantalones. 
Y entonces te paras. En medio de nuestra resistencia socialista, en la que tu cuerpo es mío y mis ganas son tuyas. Y me pregunto por qué no has tirado de mí un poco más. Todo recto por tu carúncula hasta llegar al abismo que hay, más allá de tu esclerótica.
Que aún no ha anochecido. Que ya sabes que el Sol está esperando a que vayamos a verle a la Sierra Norte, para poder irse tranquilo a morir. 
Ven a abrazarme. Unifiquémonos, como Alemania e Italia y luego entre la tranquilidad de las constelaciones, bésame. Bésame y demostrémosle a la Revolución Francesa, lo que realmente es la guerra.

Dispárame en el pecho. Tírame mil flechas. Aráñame. Pégame. Muérdeme. Córrete y luego suicidémonos. Que no habrá mayor placer que el de ser acusados de asesinato y luego salir absueltos. 

viernes, 14 de agosto de 2015

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Se fue a una playa desierta. Una lejos del mundo sin ni siquiera cobertura. “Al pasar Finisterre a la derecha y allí le preguntas a alguna sirena” Dijo un turista poco suicida.

Quizás se tratase de una costa con mucho pelágico que ahogase  y poca arena que le salvase. Buscaba las coordenadas exactas del precipicio, pues  ella siempre decía que el maldito mar sobrevivía gracias a sus contaminantes lágrimas.

Solamente había encontrado en el abismo, las raíces de sí misma, pero nunca conseguía desprenderse de las plantas arvenses que se adherían a su mala vida.
Y fue así como gracias a la Teoría de los Seis Grados de Separación encontró nuevamente a la botella, que volvería a derramarse sobre los yuyos, que asesinaban los jardines botánicos de aquellos ojos.
"Qué bien se ve el horizonte desde lo alto del barranco y desde el fondo de la miseria." Pensó mientras hacía salto base, sin contar con traje aéreo ni paracaídas de emergencia. Pensó mientras se derramaba toda la absenta.

Y desde entonces, sólo desde entonces, el agua de toda Coruña sabe a recuerdos y un poco más salada. Desde entonces después de Finisterre ya no hay nada…

miércoles, 22 de julio de 2015

Me enervan las relaciones serias.

Una de la madrugada.  Tu espalda sabe a endecasílabos románticos de un Bécquer que nadie conoció. Diría que me gusta el vivo contraste del carmín con la piel de tu nuca. Y la verdad es que te sientan estupendas las marcas que te marcan la endeble clavícula, señalizando el sutil paso de mis besos por un itinerario repleto de infidelidades por fascículos y vicios líricos. Joder, como me pueden los múltiples mordiscos, las camas sudadas, los gritos poéticos y  las botellas vacías en cuartos tétricos…  
Pues ahora mismo te borraría los tatuajes con saliva y las heridas con mi alcohólico aliento, sólo para que no me pidas que me relaje cuando  estamos a números negativos de distancia.
Que me enervan las relaciones serias, pero contigo haría una excepción, porque hacerlo escuchando Extremoduro resulta demasiado tentador.