Páginas

jueves, 31 de diciembre de 2015

Miserables.

Me dilato. Me desato. Me distancio, mientras suena Artic Monkeys en un cuarto con eco, por culpa del vacío de sentimientos. 
Yo ya sé que no soy lo que era, que ahora ni siquiera abro la ventana cuando llueve para empatizar con los que todavía lloran. 
No obstante siempre podréis anotar una dura antología en mi libro de reclamaciones aunque ya no escriba si no es por transcripción fonética. Porque soy consciente de que nos inunda música mala, libros peores y amores imposibles. Pero claro, la gente recuerda a John Lennon, a Hermann Hesse y te recuerda a ti, y parece todo más bonito. Como si no existiesen desastres imparables, que barren las ganas de saber y pisan sobre la ignorancia dándole forma humana.

Que no me arrepiento, no me aviento, ya no me entiendo  si tacho mis frases y subrayo mis engaños. Si reciclo mis poemas  y me contamino de ellos. Porque estoy enfermo.

Sufro de anorexia letrada. De dolor narrativo, de numen inexistente. Y  no hay cura para esta contractura que sólo existe en la tesitura de un artista. Así que, por favor si algún día me da por inmolarme, dejad mi epitafio en blanco para que el viento deje sus marcas favoritas, y el invierno pueda escribir, todo lo que yo no he callado, pero vosotros no habéis querido escuchar. Miserables.  

sábado, 28 de noviembre de 2015

Suicidémonos

Que echamos a correr por las infames aceras y yo sólo sabía mirarte el culo a la misma velocidad en que tus piernas se movían. Pues hace ya  tiempo que no me importa que me descubran tus ojos saboreando la lujuria sobre tus pantalones. 
Y entonces te paras. En medio de nuestra resistencia socialista, en la que tu cuerpo es mío y mis ganas son tuyas. Y me pregunto por qué no has tirado de mí un poco más. Todo recto por tu carúncula hasta llegar al abismo que hay, más allá de tu esclerótica.
Que aún no ha anochecido. Que ya sabes que el Sol está esperando a que vayamos a verle a la Sierra Norte, para poder irse tranquilo a morir. 
Ven a abrazarme. Unifiquémonos, como Alemania e Italia y luego entre la tranquilidad de las constelaciones, bésame. Bésame y demostrémosle a la Revolución Francesa, lo que realmente es la guerra.

Dispárame en el pecho. Tírame mil flechas. Aráñame. Pégame. Muérdeme. Córrete y luego suicidémonos. Que no habrá mayor placer que el de ser acusados de asesinato y luego salir absueltos. 

viernes, 14 de agosto de 2015

42.880057, -9.272020

Se fue a una playa desierta. Una lejos del mundo sin ni siquiera cobertura. “Al pasar Finisterre a la derecha y allí le preguntas a alguna sirena” Dijo un turista poco suicida.

Quizás se tratase de una costa con mucho pelágico que ahogase  y poca arena que le salvase. Buscaba las coordenadas exactas del precipicio, pues  ella siempre decía que el maldito mar sobrevivía gracias a sus contaminantes lágrimas.

Solamente había encontrado en el abismo, las raíces de sí misma, pero nunca conseguía desprenderse de las plantas arvenses que se adherían a su mala vida.
Y fue así como gracias a la Teoría de los Seis Grados de Separación encontró nuevamente a la botella, que volvería a derramarse sobre los yuyos, que asesinaban los jardines botánicos de aquellos ojos.
"Qué bien se ve el horizonte desde lo alto del barranco y desde el fondo de la miseria." Pensó mientras hacía salto base, sin contar con traje aéreo ni paracaídas de emergencia. Pensó mientras se derramaba toda la absenta.

Y desde entonces, sólo desde entonces, el agua de toda Coruña sabe a recuerdos y un poco más salada. Desde entonces después de Finisterre ya no hay nada…

miércoles, 22 de julio de 2015

Me enervan las relaciones serias.

Una de la madrugada.  Tu espalda sabe a endecasílabos románticos de un Bécquer que nadie conoció. Diría que me gusta el vivo contraste del carmín con la piel de tu nuca. Y la verdad es que te sientan estupendas las marcas que te marcan la endeble clavícula, señalizando el sutil paso de mis besos por un itinerario repleto de infidelidades por fascículos y vicios líricos. Joder, como me pueden los múltiples mordiscos, las camas sudadas, los gritos poéticos y  las botellas vacías en cuartos tétricos…  
Pues ahora mismo te borraría los tatuajes con saliva y las heridas con mi alcohólico aliento, sólo para que no me pidas que me relaje cuando  estamos a números negativos de distancia.
Que me enervan las relaciones serias, pero contigo haría una excepción, porque hacerlo escuchando Extremoduro resulta demasiado tentador. 

sábado, 11 de julio de 2015

Habitación 203

Me siento como Pedro Salinas dedicándole “La voz a ti debida”, “Razón de amor” y “Largo lamento” a su afable amante. Me siento más repetida que la discografía de Melendi...
Te juro que intento buscarte. Te busco en mis rajados bolsillos pero no te encuentro. Solamente se pierden mis lascivos dedos entre hilos de tela que les hacen tropezar con llaves, mecheros robados y cigarros mojados. Me siento más atribulada que la escala de Mi Menor… Me siento más vacía que la botella de la mesilla…
Estoy harta de ver llover. Harta de que lluevan mil gotas por segundo formando mil charcos de errores, y un rayo de desengaño. Malditas colillas de Lucky, malditos labios finos, malditos besos lentos. Maldita incapacidad la mía de dejar de escribirte alguna parrafada, en algún papel de liar que quizás fume en una sempiterna calada.
Y es que soy incapaz de alejarme de ti. Por ello, en algún antiestético cajón de este desguarnecido hotel, te dejaré una arrugada nota sentimental, hecha de trozos de OCB unidos con restos de tu saliva. Por si algún día de nostalgia… decides pasarte por Fuenlabrada. Habitación 203.


viernes, 26 de junio de 2015

Aviones de papel

Me gustaría que conocieses más canciones de Jarabe de Palo. Que entendieses a Waor. Que escuchases Marea y menos música de hedionda discoteca.
Te juraría sobre el  atractivo pecado capital de la lujuria, que me pierde ver cuando te enrollas con la botella de cerveza cualquier inmoral sábado de excesos.  
Me gustaría que me gritases cada vez que sientes el sutil aroma a nicotina que desprenden mis papilas fungiformes. Me gustaría que me dieses besos que pudiesen imitar a los aviones de papel. Que pudiesen hacer volar.
Mas la cruda subjetividad me encierra en una execrable tormenta mental y un desierto de pensamientos en donde me empiezan a cansar los largos tragos de más de 45 °C y los besos cortos de menos de 10 s. 
¿Cuándo llegará el momento en el que exista un bipartidismo entre cabeza y corazón? Que la anarquía no me llena tanto, que al final acabo roto, que las resacas me matan, el sexo me agota y todavía no me ha quedado claro que los aviones de papel si se mojan se estrellan.
Y es que no podemos negarlo, no podemos negar que ya no nos queremos, al igual que no puedo negarte que podría regalarte mil dilemas por cada dos de tus problemas, pues hay cosas que simplemente pasan y otras que realmente pesan. Ya podrías conocer más canciones de Jarabe de Palo, ya podrías entender a Waor, escuchar Marea...

viernes, 12 de junio de 2015

Grazas.

Hoxe non hai letras. Hoxe non hai belida poesía. Quizais soamente haxa baleiro e medio encol das nosas andadas cadeiras.
Hoxe. Na soidade dun mesmo. Decátome que non todo é velocidade igual, a velocidade inicial, máis aceleración, polo tempo.
A miña vida non sufrirá alteracións por non lembrarme das obras de Otero Pedrayo. Mais a vida hoxe si que muda para moitos. Porque os sentimentos voaron dende algunha pomba que non atopou o océano… ata chegar a nós. E é por iso que non consigo transmitir o que é, ver fuxir os anos que nos uniron durante todo este tempo.
Hoxe non digo adeus. Hoxe non digo ata logo. Non. Hoxe soamente digo… Cunqueiro regálame mil primaveras máis, porque as preciso.




Adicado a todos os amigos e a todas as persoas que se agochan detrás do heterónimo de “Mestres”. Grazas por ensinarme a ser.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Dime.

Dime, meu amor,
de que servía tragar o mesto fume da cabicha número xe
e non as lastras que provocaban as perpetuas tribulacións do esquecemento.
De que me servía peitearme, se ao reparares  en ti se me despeiteaba  a vida.
De que me servía sentir a lacerante chuvia  se non me enxugaba de falacias.

Dime, meu amor,
se non facía estremecer aquela reciprocidade de sentimentos,
se non daba medo arfar da señardade por mor das vellas lembranzas.

Dime, meu amor,
a cantidade exacta de falsa equidade que aspiraba a nosa derme.
A cantidade de egolatría que exhalaban os nosos corpos,
e a cantidade de veces que nos criamos inmortais,
cando xa estabamos mortos.

Dime, meu amor,
por que aínda seguimos afogando,
neste peláxico de auga alcolizada, salgada e reprimida.
Neste peláxico de alcol auguento, doce e libre,
que emana  da maldita concada  media baldeira de amor,
media chea de nefandos desatinos.

Dime, meu amor,
por que non voltan aqueles ditosos lóstregos de fiúza,
para non ter que a agardar a chegada do cru inverno
Coma fatos buscando sentir algo despois de tantos anos,
Aínda que soamente sexa a dor de morrer conxelados.

viernes, 22 de mayo de 2015

Me pregunto yo...

Te lo habré hecho mil cuatro veces, seguramente mil cinco si contamos el día de hoy. Y es que ya no controlo el aletear de mis hormonas. 
Estaremos en primavera pero el frío me congela, en serio, que intransigentes son los años. 
Me pregunto yo, dónde estará mi dosis diaria de endorfina…  Me pregunto yo por qué mi estado de ánimo no consigue adaptarse al día cinco de junio, y es que, te lo habré hecho mil cuatro veces, y aun así, no podré evitar el hacerte daño de nuevo.