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lunes, 28 de julio de 2014

Lo siento.

En serio, pégame… Me merezco la hostia más grande del mundo  a tamaño decepción. 
Desearía que me matases, y no exactamente a besos. Grítame, grítame qué hice mal pero no calles. Mírame con odio inmenso, de ese odio que se clava en mis ajadas pupilas haciéndolas estallar de culpabilidad. 
Deja de quererme antes de que yo te quiera más. Suminístrame ansiedad por los poros a base de recordarme errores, hazme sentir incomprendida, haz que llore. Me lo merezco.  Mi problema es el daño incondicional que de forma involuntaria te regalo. 
Ojalá un beso inocente funcionase para tus cicatrices al igual que el alcohol para las heridas. Ojalá  se curase la aflicción en la cama y con sexo al igual que la gripe se cura con ibuprofenos y reposo. Ojalá todo fuese más fácil. Ojalá lo hubiese hecho todo más fácil. Ojalá no rompiese las promesas como si fuesen botellas de cerveza chocando contra el pétreo suelo un sábado noche. Ojalá esta lluvia  de vodka no mojase mi pecho. Ojalá este polvo no me reventase las fosas nasales como dinamita con mecha corta. Ojalá no fuese invierno. En serio, pégame…