En serio, pégame… Me merezco la hostia más grande del
mundo a tamaño decepción.
Desearía que
me matases, y no exactamente a besos. Grítame, grítame qué hice mal pero no calles. Mírame con
odio inmenso, de ese odio que se clava en mis ajadas pupilas haciéndolas
estallar de culpabilidad.
Deja de quererme antes de que yo te quiera más.
Suminístrame ansiedad por los poros a base de recordarme errores, hazme sentir
incomprendida, haz que llore. Me lo merezco.
Mi problema es el daño incondicional que de forma involuntaria te
regalo.
Ojalá un beso inocente funcionase para tus cicatrices al igual que el
alcohol para las heridas. Ojalá se curase
la aflicción en la cama y con sexo al igual que la gripe se cura con
ibuprofenos y reposo. Ojalá todo fuese más fácil. Ojalá lo hubiese hecho todo
más fácil. Ojalá no rompiese las promesas como si fuesen botellas de cerveza
chocando contra el pétreo suelo un sábado noche. Ojalá esta lluvia de vodka no mojase mi pecho. Ojalá este polvo
no me reventase las fosas nasales como dinamita con mecha corta. Ojalá no fuese
invierno. En serio, pégame…
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