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viernes, 14 de agosto de 2015

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Se fue a una playa desierta. Una lejos del mundo sin ni siquiera cobertura. “Al pasar Finisterre a la derecha y allí le preguntas a alguna sirena” Dijo un turista poco suicida.

Quizás se tratase de una costa con mucho pelágico que ahogase  y poca arena que le salvase. Buscaba las coordenadas exactas del precipicio, pues  ella siempre decía que el maldito mar sobrevivía gracias a sus contaminantes lágrimas.

Solamente había encontrado en el abismo, las raíces de sí misma, pero nunca conseguía desprenderse de las plantas arvenses que se adherían a su mala vida.
Y fue así como gracias a la Teoría de los Seis Grados de Separación encontró nuevamente a la botella, que volvería a derramarse sobre los yuyos, que asesinaban los jardines botánicos de aquellos ojos.
"Qué bien se ve el horizonte desde lo alto del barranco y desde el fondo de la miseria." Pensó mientras hacía salto base, sin contar con traje aéreo ni paracaídas de emergencia. Pensó mientras se derramaba toda la absenta.

Y desde entonces, sólo desde entonces, el agua de toda Coruña sabe a recuerdos y un poco más salada. Desde entonces después de Finisterre ya no hay nada…

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