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viernes, 26 de julio de 2013

Malditos plebeyos.

Mi esquizofrénica mente logró frenar el imperecedero tiempo en mis deslucidas membranas oculares, haciéndome sentir en unas milésimas de segundo, más desgastado que todos mis muertos recuerdos.
Todo estaba inmóvil, no había ruidos, ni malos olores, ni siquiera había prisas. Solo había el silencio de miles y míseros humanos.
Maldito efímero sosiego que fue apagando, el erotismo que sentí en aquella execrable coyuntura de afasia completa por parte de cuerpos rígidos…
Torsos vacíos y yertos que me causaron una soledad plena que hizo  brotar en mí, la sensación de que el mundo era más bonito, cuando no había mundo y cuando no había  nada.

Y justo ahí, en ese pequeño instante de poderío por mi parte y absolutismo hacia todo, noté el Nirvana en mi lacerante espíritu, porque para mí, fue un placer ver callada la escoria del pueblo, y sentirme como un político enmudeciendo ideales.


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