Miles de historias se
perdieron en la calada número mil del cigarro equis. Un suspiro formado por mil
alientos de nicotina que buscaban otras formas diferentes de morir. El filtro se ennegrecía al igual que los desdichados pulmones,
al igual que mi rajado corazón lleno de miserias.
¿Por qué tragamos el humo y no los
problemas? ¿Por qué morimos detrás de los polideportivos?
Un último cigarro más, por favor, en nombre de mi
mortalidad, de nuestro falso amor, en nombre de tu puta madre si lo deseas empero no me prohíbas jamás hundirme en alquitrán, fenol, catecol y pireno.
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