Un día, me pidió que le
escribiese algo bonito en vez de dejarme
intimidar por la maldita tinta china. Un día, me aseguró que me quería de aquí a Marte,
y ahí fue cuando empezó todo.
Eché para lavar
demasiadas colillas. Busqué algunas prendas de cigarros y las guardé en la
maleta de L&M después de perfumarme con nicotina.
Llegué tarde –como
siempre- al andén nueve y tres cuartos
e hice transbordo en el carril humano de su espalda. Me salté los
semáforos en carmín y crucé sin mirar el paso de vértebras
que había antes del cruce de sus piernas.
Aparqué en doble primavera
para no morir de frío, y al irme, frené
en medio de la carretera para que me hiciesen el control de bohemia tras haberme bebido un par de poemas.
Ebria pregunté en el instante de soplar:
-¿Cuántos besos faltan para llegar a Marte?
Y mientras me ponían las
esposas me dijeron…
-¿Marte? Marte está a la
vuelta del estigma, al lado del área
del Ser
Vicio.
Y entonces en ese momento todo tuvo sentido… y le
intenté escribir algo bonito….
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