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jueves, 27 de diciembre de 2012

Mi urbe.


Tus deslucidas calles ya no son las mismas calles, tus barrios ahora son barrios inmorales y tus  callejones solo aflígidas paredes...
Tus noches ya no tienen bohemios pensadores y tus verdes prados ahora  son vacíos territorios.
Solo escucho el ruido de tus coches, y los trinos alaridos del gentío.
Tu multitud camina de forma apresurada con un amargo rictus en el rostro; Todos están tristes...
La lluvia se adueñaba de tu muerta  vegetación y esta se aturdía tras un manto de gotas frías.

Mis ojos ansiaban ver el mundo de otra manera... Pero el mundo se saciaba de completa alevosía.

Todo ha cambiado...y yo aun sigo buscando tus rincones de sosiego.
Tus imberbes groseros criticaron el mayor  de todos los esfuerzos y yo me intenté esconder en  uno  de tus ajados antros. Allí me exasperaba al quedarme ciega cada noche viendo el vaso vaciarse. Yo solo intentaba comprender el “¿Por qué?” de que todos me exigiesen de manera atroz algo que yo no podía dar.

Aun así contigo pasé mis máximas horas de miseria, eras mi bonita melodía y a momentos me apropiaba de ti, sentía que esta ciudad por segundos me pertenecía solo a mí.
Pero esta metrópoli ya no es lo mismo de antes, este bulevar es ahora más pequeño, y es que tú, ya no aportas nada a mi vida porque en tus bares ya no quedan poetas y en tus calles ya no hay poesía.



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